MUSEO COSTUMBRISTA "CASA DR. MARIANO DEHEZA"
Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de ChuquisacaEl Museo Costumbrista “Casa Deheza” de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca es un espacio íntimo, histórico y evocador que permite al visitante viajar al pasado doméstico y social de la ciudad de Sucre, particularmente entre los siglos XIX y principios del XX. Su sede, una elegante casona republicana de arquitectura neoclásica, perteneció originalmente a la familia Deheza, una de las más representativas de la aristocracia local. Hoy, convertida en museo, la casa revive los ambientes, costumbres y formas de vida que caracterizaron a las élites y clases medias urbanas en tiempos de consolidación de la República.
Inaugurado en abril de 2010, el museo se encuentra en una casona colonial de 1800, declarada Monumento Nacional en Agosto de 1970, y es administrado por la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, abre sus puertas al público en general en abril de 2010, con gran aceptación de parte de la sociedad chuquisaqueña.
La colección del museo, compuesta por más de 1.400 piezas que abarcan desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, perteneció a la dama chuquisaqueña María Luisa Zelada de Gantier. Incluye trajes, vestidos y objetos que reflejan las costumbres y tradiciones de la época, la colección está distribuida en ocho salas de exposición muy bien ordenadas, que ocupan todo el inmueble colonial, permitiendo al visitante un recorrido único y privilegiado por todos los ambientes del lugar.
De lunes a viernes
– Mañanas de 09:00 a 12:30
– Tardes de 14:30 a 18:15
Sábado de 09:00 a 12:45
Domingo y Feriados Cerrado
– Visitantes Extranjeros: Bs. 20
– Visitantes Nacionales: Bs. 10
– Estudiantes Nacionales: Bs. 2
– Personas discapacitadas – Tercera edad: Ingreso Gratuito
– Visitas guiadas
– Información
– Conservación Preventiva
– Investigación
– Talleres
– Actividades Recreativas
– Exposiciones Temporales
– Exposiciones temporales
– Talleres educativos (para estudiantes)
– Actividades recreativas(para estudiantes)
– Actividades recreativas(otros sectores)
– Actividades culturales
SALAS DE EXHIBICIÓN
Primera Sala: Trajes de Calle
La Primera Sala nos transporta a las calles de Sucre entre los siglos XIX y XX, mostrando cómo la vestimenta cotidiana reflejaba la identidad, rol social y origen de las personas en la ciudad.
Aquí, la figura femenina cobra protagonismo como eje del hogar, la economía doméstica y la vida social, representada a través de sus distintos atuendos: desde la chola tradicional, con su elegante porte y sombrero característico, hasta la mujer urbana, siempre cuidando su presentación diaria o de ocasión. Los vestidos de época exhibidos resaltan su doble papel: fuerza silenciosa del hogar y presencia destacada en los espacios públicos.


Del mismo modo, se presenta al hombre de la ciudad, retratado en su andar cotidiano, ya sea vestido con sobriedad para el trabajo o con elegancia para ocasiones especiales. Sus trajes reflejan sencillez, utilidad y también estilo, revelando su papel activo en los acontecimientos de calle y en la dinámica urbana de Sucre.

Segunda Sala: Chicheria
En estas antiguas cantinas populares, tanto personajes ilustres como humildes trabajadores encontraban un espacio de descanso, diálogo y camaradería. Doctores, militares, cocheros, campesinos y vecinos urbanos compartían momentos de tertulia y reflexión al calor de una buena chicha, la bebida ancestral que simboliza hospitalidad y comunidad.
Este entorno era animado por la figura central de la chichera, mujer carismática que no solo servía la bebida, sino que también tejía con destreza los hilos invisibles de la conversación. A través de relatos, juicios y noticias, ayudaba a moldear la percepción colectiva del mundo cotidiano, convirtiendo la chichería en una especie de foro social espontáneo.



Tercera Sala: Trajes de Chola
Sala dedicada a resaltar el donaire y la distinción de la mujer chola capitalina, figura emblemática de la identidad cultural y estética de Sucre. A través de su vestimenta, la chola no solo expresa belleza y elegancia, sino también orgullo y pertenencia a una rica tradición mestiza.
La exposición presenta prendas meticulosamente elaboradas como blusas finamente bordadas, polleras de amplios pliegues, enaguas, mantas de seda o bayeta, que acompañan con ritmo suave cada paso de quien las porta. Estas vestimentas no son solo artículos de uso cotidiano o festivo, sino verdaderas obras de arte textil que simbolizan el mestizaje, el empoderamiento femenino y el lujo tradicional.
Cada conjunto habla del esmero en los detalles, la calidad de los materiales y la herencia de generaciones de artesanas que han transmitido su saber a través del tiempo.



Cuarta Sala: Fotos – Monedas – Estampillas – Tarjetas
Esta sala nos invita a reflexionar sobre la memoria del día a día a través de objetos de uso cotidiano como monedas, fotografías, estampillas y tarjetas. Cada pieza actúa como una ventana al pasado, permitiendo contemplar los hábitos, costumbres y aspiraciones de personas que ya no están, pero cuyas huellas siguen marcando nuestro presente.
En este espacio, los avances tecnológicos y los objetos personales conviven como testimonio del esfuerzo humano, evocando historias individuales y colectivas. Es una muestra tangible del trabajo de generaciones pasadas que, a través de pequeños elementos, buscaron siempre un mejor futuro.



Quinta Sala: Escena Urbana Serenata
En esta sala, el museo nos transporta a un momento clave de la vida social y sentimental del pasado: la serenata. Esta tradición, profundamente arraigada en la cultura urbana boliviana de los siglos XIX y XX, era mucho más que un acto musical. Representaba un elaborado ritual de cortejo en el que la música servía como vehículo de expresión emocional y estrategia amorosa.
A través de melodías suaves, letras poéticas y voces cargadas de intención, el galán declaraba su interés y afecto por una doncella. Esta escena, tan íntima como pública, se desarrollaba en las calles adoquinadas y bajo los balcones coloniales, convirtiendo la ciudad en escenario de encuentros románticos y complicidades nocturnas.
El montaje recrea la atmósfera de estas serenatas con elementos visuales y ambientación que evocan la arquitectura, el vestuario y los sonidos propios de la época.



Sexta Sala: Oratorio
Esta sala invita a reflexionar sobre uno de los espacios más íntimos y significativos de la vida doméstica durante la época colonial y republicana: el oratorio. Más que una simple habitación destinada al rezo, el oratorio representaba un núcleo espiritual dentro del hogar, donde la fe cristiana católica era practicada de forma privada pero con profunda devoción.
Desde la Conquista hasta bien entrado el siglo XX, muchas familias bolivianas de clase media y alta destinaron un cuarto exclusivo para la oración, la meditación y la celebración de misas privadas. Estos oratorios no eran improvisados: solían estar cuidadosamente decorados con retablos, imágenes religiosas, crucifijos, rosarios, y relicarios que manifestaban tanto la fe como el estatus social de la familia.


Además de ser espacios de recogimiento espiritual, estos ambientes cumplían una función social crucial. Cuando un miembro de la familia enfermaba gravemente, era común que se celebraran misas de salud en estos oratorios. Estos actos reunían a parientes, vecinos y conocidos, quienes por unos momentos dejaban de lado las diferencias sociales y se unían en oración por el bienestar del enfermo.

Sexta Sala: Escritorio
El escritorio, más allá de ser un simple mueble, representaba un centro de poder administrativo y simbólico. En él se llevaba a cabo el registro de actos civiles, militares, religiosos y comerciales. Documentos, folios, carpetas y manuscritos eran los testigos silenciosos del devenir cotidiano y las grandes decisiones. Esta práctica del registro era más que una acción burocrática: se trataba de un rito, una forma de dar existencia oficial a los hechos.
La sala exhibe diversos instrumentos y herramientas utilizados por los escribientes y funcionarios de distintas épocas: desde tinteros y plumas hasta máquinas de escribir como la clásica Remington. Cada uno de estos elementos refleja la evolución del trabajo de oficina y la manera en que la escritura se transformó en una actividad imprescindible para el funcionamiento del Estado, la Iglesia y la sociedad civil.



Séptima Sala: Dormitorio
Esta sala recrea uno de los espacios más íntimos y significativos en la vida de las jóvenes de la sociedad tradicional sucrense: el dormitorio. En el contexto de las familias acomodadas, el dormitorio era mucho más que un simple lugar para dormir; constituía un microcosmos personal donde se moldeaban costumbres, roles y aspiraciones femeninas.
Las jóvenes cuyos hogares contaban con recursos económicos importantes y vivían en casas de gran tamaño disponían de dormitorios privados. En ellos se desarrollaban sus mundos personales: espacios para el descanso, la introspección, los sueños y la preparación para su futuro dentro del modelo social de la época. Este ambiente también servía como camerino, sitio de cambio de ropa, lugar de lectura o meditación, y espacio de aprendizaje de labores domésticas.


La ambientación de la sala refleja la concepción del dormitorio como un entorno formativo y simbólico, donde las mujeres eran preparadas, en la mayoría de los casos, para cumplir con lo que se consideraba un “matrimonio adecuado”. La decoración, el mobiliario y los objetos personales presentes en la sala permiten al visitante comprender cómo la vida cotidiana estaba profundamente marcada por las expectativas sociales de género y estatus.

Octava Sala: Lavanderia – Cocina
Esta sala revela dos espacios esenciales en la vida cotidiana doméstica de las familias tradicionales sucrenses: la lavandería y la cocina, donde se combinaban el trabajo, la higiene, la alimentación y la organización del hogar.
Tener la ropa a punto —incluidos trajes, ropa interior y accesorios complementarios— requería un proceso intenso de cuidado y limpieza. La lavandería era un espacio de esfuerzo físico significativo, donde el lavado se realizaba de forma manual, utilizando jabón artesanal y técnicas apoyadas por instrumentos prácticos como lavaderos, piedras y tinas.
El proceso no terminaba con el lavado. El planchado era la fase final y clave para devolverle la forma, el porte y la presencia a las prendas. Esta vestimenta limpia y ordenada representaba no solo el aseo personal, sino también el estatus, el orgullo y la imagen que cada persona proyectaba en el trabajo, en el hogar y en los espacios públicos de la ciudad de Sucre.




La cocina representa un núcleo de actividad diaria y de vínculo familiar. Era el lugar donde se preparaban los alimentos, se transmitían recetas tradicionales y se concentraba el calor del hogar. Equipadas con hornillas, utensilios de barro, madera y metal, estas cocinas eran manejadas por las mujeres del hogar o por personal doméstico, según el estatus económico.
El fogón no solo calentaba la comida, sino también la vida familiar, marcando los ritmos del día a día. En estas cocinas se fusionaban los saberes heredados, los productos locales y las costumbres culinarias que dan forma a la identidad cultural chuquisaqueña.

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